Cuando era niño, mi mamá me cantaba canciones populares venezolanas o las que sonaban en televisión. Incluso lo hacía frente a la casa y se acercaban otros niños y cantábamos.
Por
igual, me mostraba libros de cuentos y me preguntaba qué decía o qué opinaba yo
(algo distinto a contármelos).
Ambas
actividades ayudan a agudizar y ampliar el oído musical y no tener miedo escénico,
además de tener creatividad y amor por las letras y lo que ello depara para
cada quién.
Leerle cuentos y/o cantarle canciones es ahora más valioso y necesario, especialmente porque los padres son tan jóvenes que no le prestan atención al valor didáctico y de acción integradora que ello tiene y porque los dispositivos están tomando el control de cada miembro del hogar.
¿Más
razones todavía?, he aquí algunas directas y contundentes:
Importancia de cantarle a los niños
Estimula
el desarrollo del lenguaje y la pronunciación, evitando siseos, palabras guturales
y pobreza del lenguaje.
Fortalece
el vínculo afectivo entre los adulto y los niños.
Activa
ambos hemisferios del cerebro, mejorando la neuro plasticidad.
Reduce
el estrés y la ansiedad, gracias a la liberación de oxitocina y serotonina.
Mejora
la atención y concentración, al oxigenar el cerebro. Incluso es una buena técnica
para recordar las lecciones de la escuela y aplicarlas en exámenes.
Fomenta
la autoestima y la confianza en sí mismos.
Desarrolla
la memoria auditiva y la capacidad de anticipación, además de reconocer sonidos
y/o patrones.
Promueve
la creatividad y la sensibilidad artística, que también es un medio de vida.
Ayuda
a regular emociones y comportamientos impulsivos, cuando es bien canalizado.
Crea
rutinas seguras y reconfortantes, como antes de dormir, luego de una actividad
agotadora o para despejar la mente ante un caso de miedo o emoción.
Importancia de contarle cuentos a los niños
Estimula
la imaginación y la creatividad (incluso de los adultos).
Enriquece
el vocabulario y mejora la comprensión verbal, además de despertar el espíritu investigativo.
Fomenta
el amor por la lectura desde temprana edad, evitando la pereza mental y los
engaños provenientes de terceros por evitar leer.
Fortalece
los lazos familiares y la comunicación emocional.
Ayuda
a identificar y gestionar emociones, como miedo o alegría.
Transmite
valores, realidades y enseñanzas morales de forma natural.
Mejora
la memoria y la atención sostenida, haciendo del aprendizaje una segunda
naturaleza siempre activa.
Desarrolla
habilidades narrativas y expresivas.
Facilita
la resolución de conflictos al identificarse con personajes.
Crea
momentos de calma y seguridad, ideales para la rutina nocturna o momentos de
aburrimiento o encierro.
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