Hemos visto diversidad de emprendimientos entre los miembros del hogar, familiares cercanos, amigos y claro está, otras personas que de una u otra forma llegan a sus vidas. Pero la animación de fiestas es realmente uno de los trabajos más interesantes, de alta planificación logística y de entrega personal que se pueden encontrar en los últimos tiempos.
Por ello, no es de extrañar que
se oferten en la actualidad tantos Cursos para animadores de fiestas de tan altísima calidad en academias especializadas en formar
nuevos valores y ampliar el número de rubros en base a las distintas
necesidades y posibilidades en el predio social cercano. E incluso, más allá de
las fronteras geográficas.
Como la historia del circo
La animación de fiestas nos
recuerda a los primeros años de los circos más famosos en Europa, Asia y
Occidente, donde familias se unían para mostrar sus diversos talentos e ir de
manera itinerante mostrándolos en las grandes carpas para entretener y
maravillar a chicos y grandes.
Pero ser animador de fiestas va
más allá, porque en cada incursión se diferencia de la obra circense que es
repetitiva. En cambio estas personas se enfrentan a diversidad de ítems que
revalorizan su empatía por el trabajo que hacen y logran sacar incluso cuando
las condiciones son adversas.
¿Qué hacen las personas dedicadas a la animación de fiestas?
No nos vamos a involucrar en
los pensum de las academias que han dedicado sus plataformas digitales y clases presenciales para formar y
apoyar a quienes se entregan al noble oficio de la animación de fiestas. Más
bien debemos verlo desde nuestro lugar como público agradecido por su talento.
A saber:
-
La organización logística que demuestran para
mostrar un espectáculo portátil que debe adaptarse al área donde se va a
presentar. Porque debe tener la misma calidad en un parque con cientos de
personas como en un jardín pequeño con una veintena de personas.
-
Adecuarse a las generaciones a las cuales se
presenta el evento. No es lo mismo una fiesta infantil de niños, que una de
niñas. O si son gemelos (varón y hembra), hay que ser bien creativo para
brindar una animación de fiestas que satisfaga al mismo nivel a ambos.
-
Saber “romper
el hielo” con públicos jóvenes y adultos que en un principio pueden estar
reacios a ajustarse a la dinámica que se presenta. Allí es donde el animador de
fiestas juega un rol crucial para que el evento no se caiga y mantenerlo a un
nivel de agrado que se refleje en la mayoría de rostros presentes.
-
Conocer qué elementos y/o actividades de distracción e información
se brindarán, logrando un balance entre los diferentes estratos, gustos y
necesidades de los eventos.
En fin, para que una fiesta sea
un éxito e incluso, sea recordada como una fiesta en realidad (ergo, que exista
algarabía, agrado, novedades y que las buenas vibras entre los asistentes sean
equitativas y dignas de rememorar), se requiere no sólo de los elementos
físicos o accesorios festivos.
Se requiere de una animación de
fiestas donde los ejecutantes jamás pierdan el control de la misma y sean la
guía que canalice la diversión con orden, incluso cuando el festejo sea más
picante y movido de lo esperado.
Animar deriva de subir el ánimo
y que éste se convierta en energía, fragor y positivismo. Por eso felicitamos a
quienes hacen cursos para ser animadores
de fiestas, porque están siendo copartícipes del regreso de las sonrisas a
miles de personas, algo muy necesario en estos duros tiempos, como los mejores
por venir.
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