Hasta en las mejores familias hay problemas, impasses, desobediencias, imprudencias, arrebatos, desenfrenos que tarde o temprano llevan a uno o a varios a caer en el arrepentimiento.
Es la
prueba de fuego para…
El
padre, que debe controlar sus más ariscos y agresivos impulsos para no hacer ni
decir a las primeras, algo de lo cual se va a arrepentir o tendrá que hacerse
el estoico para no reconocer un error que lo carcome por dentro.
La
madre, que debe saber frenar sus impulsos de dolor y frustración y saber equipararlos
con sus instintos maternales de protección y refugio, para no ser engañada o
rebasada por esas emociones y su criterio sea cuestionado.
De
usual, quienes más cometen errores y por ende al verse acorralados piden perdón
y caen en el arrepentimiento –aunque no lo crean, es buena señal-, son los
adolescentes. Cuando demuestran arrepentimiento y saben que deben enfrentar las
consecuencias, demuestran su empatía y humanismo y son alas y personas que
pueden ser salvadas o redimidas.
Los
ancianos en los hogares cargan fardos de su pasado los cuales u olvidan o ven
que no pesaban tanto. Pero en ocasiones esa carga que llevan a la callada, la
transforman en una manera arisca o tosca de ser para con el entorno –que
desconoce y no tiene culpa-.
Desde
la más tierna edad, los niños deben saber qué es el arrepentimiento y el cómo
evitarlo. Sólo que por aquello de dejarlos ser, ensayo y error y el
aprovechamiento a la falta de una estricta disciplina en el hogar, escuelas,
parques, actividades, terminan transformándose en víctimas de sí mismos y del
entorno que les está educando o manteniendo.
El arrepentimiento: Qué hacer para no llegar a las penurias que trae
Para no arrepentirse hay que evitar pecar, sentir, agredir, blasfemar, condenar sin previo análisis. Saber controlar sus arrebatos incluso con el trillado “contar hasta diez”, que aunque no lo crean le ha funcionado a quienes lo han utilizado. Lástima que muy pocos lo utilizan.
Enseñarles
a los niños y adolescentes que ante cualquier error, el callarlo a los padres
lo que hace es acrecentar el problema y disminuir las soluciones. Y éstos para
poder abrirse, deben estar seguros que la primera reacción no será una paliza,
gritos, restricciones, porque por eso es que mienten.
Claro
está, deben saber que ante un error intencional, un castigo a la medida, que
nadie se va liso, porque quien se va liso, se corrompe y comete más errores que
las familias no podrán resolver o quizá perdonar y las leyes o terceros les
buscarán que paguen, ¡Y allí el arrepentimiento no valdrá ni micra!
También
los que son infieles, pero infieles de verdad. Chatear con un amigo o amiga no
es ser infiel si están en noviazgo o matrimonio, salvo que comiencen a mostrar
intimidades.
Entiéndase
que un beso o una penetración ya es un error premeditado que sí conlleva a una
separación. Cosas que por amor verdadero se pudieron y debieron frenar desde el
punto cero; y allí el arrepentimiento tampoco es válido, es justo lo que suceda
luego, sea el divorcio o ruptura.
Si
hay perdón, ya es caso entre dos y en eso nadie se debe meter. Pero quien falló
debe recordar lo que el arrepentimiento le ha dado, una nueva oportunidad. Un
fallo más en ese orden y las condenas deberán caerle de todos lados.
Nadie
que no haya hecho algo ilegal –penado por las leyes-, puede vivir con el
arrepentimiento y flagelándose y pagándola con los demás. Así haya sido escort,
militado en un partido que resultó corrupto o no haber estudiado en una
universidad, no debe estar truncando su vida, felicidad y posibilidades. El presente
es hoy.
Tengan presente pues que…
El
arrepentimiento está en cada persona del hogar y del agobio que este trae (en
lo social, sexual, afectivo, laboral, cognitivo, incluso en lo onírico), hay un
efecto dominó en los demás.
Confesarse,
buscar ayuda, pensar bien las cosas antes de hacerla, saber que el hubiera no
existe, no culparse de aquello que no puede detener o no puede tener, aminoran
esa carga de estrés y moral que subyugan a las personas buenas.
Jamás
sigan el mal ejemplo de los que son malos e indiferentes; para ellos el
arrepentimiento es una debilidad y dicen no tenerla, hasta que la vida les pasa
factura.
Para
un hogar sano y una familia feliz, acciones más honestas (de micro a macro y
sin parar) y decir lo que siente y piensa con tiempo, estando la contraparte
abierta a soluciones y no a agresiones. Así su familia estará alejada de los
problemas graves por acciones y reacciones indebidas.
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