Para poder aupar a la familia según la palabra, debemos irnos a lo civil. Los países en que las libertades individuales son respetadas y promovidas, permiten que la libertad de culto sea tanto propia como familiar y grupal, creándose cadenas portentosas por el bien.
Pero, no es una limitante de la fe, porque incluso en los países donde no existen libertades o en los que la religión predominante es otra (las teocracias), cada familia lleva en secreto, pero rebosante en sus corazones, una fe llana dedicada al Señor y la esperanza de un nuevo amanecer de libertades, incluso aunque ellos no lo puedan ver.
En
nuestros países, donde las libertades religiosas son abiertas y podemos estar
en reuniones de culto, expresarlo libremente por los medios, en el hogar e
incluso investigar y recibir la guía de portales como versiculos.top
entre muchos otros (como las apps), podemos e incluso debemos aupar y defender
a la familia según la palabra.
Porque lo que está escrito, tendrá vigencia en nuestras vidas y ser más valioso, una herencia real para todas nuestras generaciones futuras, el que podamos brindar de las Sagradas Escrituras, además de las correspondientes lecturas y credibilidad, la materialización que bien se debe hacer de ellas.
Recordemos
que la familia en la palabra es un núcleo más grande de cada uno de nosotros, y
cada uno de nosotros es de por sí, un instrumento de Dios.
La familia en la palabra: Versículos que edifican el hogar
En
cada rincón del hogar se escribe una y otra historia diaria y diferente; con
abrazos, lágrimas, oraciones y promesas a cumplir en el tiempo, esperanzados en
concretarlas en la línea del bien y que concatene a todos en aportes y recepción
en su justo balance.
La
Biblia contempla a la familia en la palabra como un grupo de personas y a su
vez, como un santuario de amor, fe y propósito.
haciendo
un recorrido por los versículos que pueden transformar la convivencia cotidiana
en un acto divino, encontramos aquellos que pueden incluso ser grabados,
pintados o esculpidos como mensajes recurrentes en las paredes del hogar y
materializados por papá, mamá, hijos, abuelos y tías, incluyendo a las buenas
amistades, vecinas y colegas como toda una gran familia.
Un diseño celestial
Desde
el principio, la familia nace del corazón de Dios:
“Y
creó Dios al hombre a su imagen… varón y hembra los creó.”
(Génesis
1:27)
Explicándonos
así que la unión conyugal y la multiplicación no son simples eventos naturales:
son bendiciones que reflejan su plan perfecto.
Amor: el lenguaje del hogar
No
hay fundamento más fuerte:
“El
amor todo lo soporta, todo lo cree, todo lo espera, todo lo tolera.”
(1
Corintios 13:7)
Cuando
el amor rige la familia, hasta el desacuerdo más irónico puede ser reconciliado
con ternura, siempre que exista arrepentimiento, sinceridad y reconversión para
no reincidir.
La familia en la palabra: Crianza con propósito
Educar
es transmitir conocimiento y formar carácter con paciencia y firmeza, sin
imposiciones que vayan contra su libre albedrío u hostiles:
“Instruye
al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él.”
(Proverbios
22:6)
No es para que sea lo que quieres tú, sino para que haga lo que quiere, pero sabiendo que debe ser solvente, estable, respetuoso y feliz.
Honra y respeto mutuo
La
honra entre generaciones es un mandato a la familia en la palabra, porque ella fortalece
los lazos más allá del tiempo:
“Honra
a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen…”
(Éxodo
20:12)
La familia en la palabra: Una fe que se vive en casa
La
espiritualidad compartida crea raíces profundas:
“Yo
y mi casa serviremos al Señor.”
(Josué
24:15)
Informa,
educa y reflexiona, permitiendo que los demás en el hogar hagan lo mismo. Busquen
y logren equilibrio por y para todos.
La
familia en la palabra tiene
claro que hay que cumplir deberes para tener derechos, algo que se traduce
luego en las leyes civiles y demostrando que Dios marca las pautas de nuestras
vidas.
Cada familia es distinta, con retos y alegrías propias, pero todas pueden encontrar dirección en la Palabra de Dios. Para que cada hogar sea más que un refugio: un altar donde florezcan el perdón, la esperanza y la gracia.
Lcdo. Argenis Serrano
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