Alimentar a un Familiar que no Quiere Comer

Alimentar a un familiar que no quiere comer

Sea por edad, estado de salud mental, física e incluso por reacciones sentimentales, muchas veces no queremos comer algo, sea que no nos apetezca o que no sintamos hambre.

Y una vez, pasa, pero cuando el asunto crece en horas y días, reviste gravedad y claramente que preocupa a las personas en derredor, no tanto así al afectado -lo que acrecienta el problema.

Lo primero es ser consecuente con su sentir o padecer; y buscar ayuda profesional, sea con un médico general que evalúe los efectos de la abstinencia alimenticia y le remita con un nutriólogo o nutricionista o incluso, con un psicólogo o psiquiatra, según la gravedad.

Hay un elemento que debe ser el asidero para cada miembro del hogar: A la persona que no come, no se le obliga a comer, ello crea más dilema y rechazo.

Claramente que hay que poner carácter para que esa persona coma, especialmente quienes por temor a engordar o para cuidar el físico por cuestiones estéticas, dejan de comer e incluso, se inducen al vómito. Además de las conversaciones firmes -no gritos ni imposiciones- al respecto, hay que buscar ayuda profesional urgente, antes de que el asunto se agrave y no haya vuelta atrás.

 

Otros casos a considerar

Cuidar a un adulto mayor y alimentarle es un trabajo de amor y firmeza bastante fuerte, pero necesario y que pone a prueba el vínculo familiar y el estoicismo de quienes cuidan a un adulto que muchas veces refunfuñan porque le quieren obligar o etc., (muchos alegatos que aducen nacen por sentirse una carga que en realidad, no son).

Hay otras personas ancianas ágiles que no son de mucho comer y no notan que se van debilitando, porque arrastran una costumbre alimenticia y no la quieren cambiar en forma y dosis.

Alguna vez escuché decir a alguien que a los ancianitos hay que alimentarlos con el mismo carácter con el que se alimenta a un bebé: paciencia, firmeza, alimentos digeribles pero ricos en proteínas, vitaminas y minerales y algo de engaño.

Yo les quiero proponer dos engaños para que siempre sus familiares adversos a comer, lo hagan. Son surgidos de mis experiencias y nada tienen de científico, sólo se enfocan en las tentaciones:

Truco 1: Cuando una persona convaleciente no desee comer, coloque la comida delante de ella -al menos una porción- y sí no la quiere, cómasela usted delante de ella, paladeándosela, alabándola y sin ofrecerle, buscando que se le “haga agua la boca”. Verá que en poco tiempo le pedirá comida incluso por la indignación de que usted se comió su ración.

Truco 2: Si la persona es de poco comer, estando sana, lo mejor es llevarle frutas (dulces sanos como dice Sportacus en LazyTown), pero peladas, en ensalada o tisana o smoothie. Llevarle pasapalos criollos (en Venezuela, tequeños o pastelitos); chicha, helados de yogurt, maní y dulces confitados, ensaladas tipo césar, algún postre casero y de vez en cuando, comida rápida o platos elaborados.

Ello les atraerá porque están variando el sabor, querrán acompañarte a comer mientras hablan o ven televisión y sin darse cuenta estarán complementando cualquier otra ingesta. El compartir y variar los sabores, incluso el no tener que cocinar, les estimulará el apetito.

Y si no quieren comer de eso, emulen el truco anterior y coman al frente y déjenle su ración a mano, en poco tiempo se lo comerán. Verán que mantendrán su peso y salud gracias a que comen lo mejor balanceado posible y además, sabrán que aunque se salten comidas, igualmente “habrán cubierto la cuota”.

Y les reitero, siempre busquen ayuda y no abusen de ningún alimento, ya que una cosa es comer y otra distinta (y la que se debe cumplir) es, alimentarse. Funciona para toda edad, las tentaciones son la caída del hombre y la mujer.

Lcdo. Argenis Serrano 

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