Incluso
antes de tener pareja o de tener casa propia, tanto hombres como mujeres se
esfuerzan en tener un vehículo, ya
que su nivel económico les permite costearlo –de primera o segunda mano-, sea
con pago a crédito, al contado o con el respaldo de un crédito bancario.
Dicho
vehículo les funciona en principio para poder asistir a su lugar de trabajo y/o
sitio de estudios y colaborar con sus familiares y amigos. Pero no vamos a
mentir, es un éxito personal que además da status y despierta algunas
sensaciones que buenas o malas, hay que controlar con decoro.
Tener un vehículo en el hogar
Con
el paso del tiempo, tener un vehículo es ya parte vinculante de la vida de la
persona. Hasta llega a tener un desapego de los otros medios de transporte, que
le parecen ya irrelevantes, salvo cuando tienen que utilizarlos y es cuando
recuerdan de dónde vienen y hacia dónde se dirigen.
Esto
también influye en su salud. Muchos abandonan por completo al ejercicio, el trajín,
la caminata y comienzan a engordar sin control o a tener dolores musculo – esqueléticos,
entre otras dolencias propias dl sedentarismo.
Se
suman los deberes civiles y legales para con el vehículo, desde el pago de
patentes, renovación de la Responsabilidad
Civil Vehicular o el cálculo del adeudo vehicular, además de la renovación de la Licencia de Conducir entre otros impuestos o deberes nacionales.
Muchos,
dejan que esto se acumule y quedan bajo el riesgo de ser parados por la policía de tránsito y, además de ser
amonestados y multados, corren el riesgo de la confiscación preventiva del
vehículo por el cual tendrán que pagar una enorme cantidad mientras éste se encuentre
resguardado en el depósito.
Y
ni hablar de los repuestos, ajustes y/o afinación realizada por mecánicos, reposición
de cauchos y el pago constante de combustibles.
Se requiere concertación familiar
No
intentamos ser crípticos ni críticos con este aporte. Lo que queremos es
propulsar comunión familiar en torno al automóvil. Porque tener un vehículo es
una responsabilidad de todos lo que lo usufructúan o utilizan regularmente.
El
estar pendientes de las fallas, los pagos de la gasolina y el aceite, el aseo
de los asientos y la tapicería, de lavar al coche y pulirlo y aportar para
comprarle tal o cual repuesto y el pago al mecánico, debería ser tarea de
todos, no solamente de quien tiene al vehículo a su nombre en los papeles de compra venta.
Hasta
los amigos o vecinos que usan al vehículo para llegar a sus destinos o realizar
compras u otros favores, deben ser consecuentes con lo que el carro pueda
necesitar y ayudar al propietario del vehículo a solventar fallas y gastos,
inclusive cuando el mismo puede costearla.
Esto
es una labor de honor y lógica. Sí es parte de tu vida, ya es como tener un vehículo.
Estás ganando con él, pues nunca sobrará poder ayudarle a seguir funcionando
para que te siga beneficiando.
La
familia debería de aportar un pequeño fondo, quizá para combustible o mejor para
prepararse ante la compra de repuestos y pago de servicio.
Limpiarlo,
hacerle mantenimiento, en fin, quererlo, es un deber; porque el no hacerlo,
siempre termina pasando factura.
Por
igual, aportar y estar pendientes de las
fecha de pago o renovación de documentos vehiculares, ya que sin la
asistencia de los mismos, las autoridades siempre procederán legalmente y eso,
será en vuestra contra.
Tener
un vehículo en el hogar es tener una propiedad mancomunada, aunque sea uno el
dueño y el que autorice. Tan sólo piensa cómo estarías sin él o cómo te ha
beneficiado y entenderás que darle valor, quizá no como un familiar, pero sí
como un baluarte interno, siempre te resultará provechoso.
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